divendres, 8 de març del 2013

OPINIÓ: EL PARTIDO

CIUDADANO PUZOL


Viejo politoxicómano cuentacosas en sus postreros días de vida. No, no es cierto, pero como si lo seriese.



-EL PARTIDO-



Mal día para Ramón tras una triste noche. El Valencia ha sido eliminado de la Champions y hoy no le apetece ir al bar a desayunar para no escuchar las burlas de Francisco El Manchego, que es del Madrid y está pletórico porque los suyos pasaron el corte. Piensa seriamente en acudir a otro local, pero cae en la cuenta que su ausencia será interpretada como cobardía y dará todavía más motivos para los chascarrillos oportunistas. 'Con dos cojones', piensa decididamente mientras toma aire y da el primer paso -ese que más cuesta- y se encamina por fin a la cafetería. A diez metros de la puerta de entrada ya se escuchan airadas discusiones. No acierta a discernir frases o palabras, ni siquiera reconoce las voces, pero intuye por el volumen que el ambiente está caldeado. 'Con dos cojones. Lo que no tuvieron los jugadores en el campo me toca a mi ponerlo en el bar, me cago en sus muertos'.

Antes de cruzar la puerta ya le invaden los olores que tanto conoce. Hace semanas que el extractor de la cocina de Doña Marisol no funciona y se entremezclan los aromas de variadas tortillas, calamares a la romana, goteantes longanizas y morcillas, carnes rojas, jamón, café, licores y humanidad, mucha humanidad. Hay menos parroquianos de los que suelen reunirse los jueves, casi todos hombres. Algunos jubilados o pensionistas, otros en el paro. Dos grupos de trabajadores solían venir a primera hora a desayunar pero hace tiempo que no se les ve, se les acabó el bocadillo de lomo con queso porque se les acabó el trabajo. Ramón saluda al entrar pero percibe que están todos tan absortos en la discusión que no le extraña que nadie le responda. Se acerca a la barra para echarle un vistazo a las bandejas y eliminar de su elección lo que ya estaba ahí el dia anterior y se ve obligado a escoger entre carne con tomate o un revuelto de setas y espárragos. A punto está de pedir la jugosa carne cuando una mano le golpea el hombro con más fuerza de la que le hubiese gustado. Es El Follacojas, apodo con el que llaman a ese tipo del que nadie recuerda su nombre real desde que estuvo con una chica que ni era coja ni follaba.


- Buenos días Ramón, vente p'acá hombre, que le tienes que explicar al Manchego una cosa de tu empresa.
- Ya no es 'mi empresa' -responde él con una lacónica sonrisa que no supo disimular.
- Venga, tú ya sabes de lo que hablo -replica El Follacojas dándole unas palmaditas en la espalda, esta vez mucho más amistosas y cargadas de ánimo.

Para sorpresa de Ramón, en la mesa no se está hablando del Valencia. Ni siquiera de fútbol o ningún otro deporte. La discusión versa sobre Pedro, un amigo común al que dejaron sin trabajo hace poco menos de dos años en la empresa de asfaltado en la que trabajaba buena parte de la población, y al que ahora le ha llegado una implacable carta notarial además de un burofax anunciándole su próximo desahucio en un plazo de siete días. Pedro no solía acudir al bar y en ese momento se valoraba la posibilidad ir a su casa, ya que no contestaba al teléfono.

- ¡No hay derecho a estas cosas! -dice El Manchego visiblemente irritado y golpeando la mesa haciendo temblar los platos.
- Aquí estamos, hablando y hablando pero nadie va a su casa -hace notar Juan Chaparro, otro de los contertulios apodado así por motivos obvios-, ya os digo yo que éste es capaz de cometer una locura.
- ¡No lo digas más veces joder, que a la muerte no se la invita! -grita Doña Marisol desde la cocina, siempre tan atenta a la fritanga de la sartén como a las conversaciones ajenas.
- Pero si es verdad, coño... si lo conozco bien y hace mucho tiempo... nada bueno estará pasando ahora mismo por su cabeza... eso si es que no se ha matao ya.

Las contundentes palabras de Pepe dejan sin habla al resto durante unos segundos. El Follacojas rompe el silencio no sin antes titubear un poco:

- Ramón, te iba a preguntar sobre tu antigua empresa... ¿no habrá un sitio para Pedro, tú que tienes allí contactos y eso?
- No, no creo. Además, me dijeron que están echando a más gente. Quieren largarse a Marruecos, a producir allí. De todos modos, los que conocía ya no están.
- ¡Pero el banco que desahucia a Pedro tiene acciones en esa empresa! ¡Joder, que le coloquen allí y que pueda pagarles a ellos mismos con su propio dinero, mecagonlaputa! -alza la voz rojo de indignación El Manchego.
- ¿Ves cómo son los mismos? Nos joden por un lado y por el otro -dice resignado Chaparro mientras sorbe el último trago de vino y deja el vaso tan vacío como su mirada con extraordinario cuidado sobre la mesa.

- Bueeeeno ¿Qué quieres, Ramón? ¿Te apetecen berberechos para picar algo? Están buenísimos -pregunta Doña Marisol seis metros más allá.

Recuerda que los berberechos llevan días en la bandeja y tienen un color azulado que no le atrae lo más mínimo. Tras mirar a todos los de la mesa uno por uno, toma aire y cuando iba a decir algo lo retiene repentinamente. Ha cambiado de opinión. Finalmente le sale una frase que no le compromete demasiado:

- Gracias Marisol, pero creo que me voy a ir. He olvidado cerrar el... el gas.

De nada sirvieron los suplicantes 'quédate' que se oyeron en la mesa. Ramón abandona la cafetería cabizbajo, pero no sin antes despedirse cortesmente de la concurrencia. De vuelta a casa por el mismo camino se cruza con conocidos que de un tiempo a esta parte parecen más apesadumbrados que de costumbre y pasa por delante de persianas cerradas donde antes habían prósperos negocios. En una rotonda hay un coche que hace sonar el claxon. Al girarse reconoce dentro del coche a Don Mariano, director de la sucursal bancaria donde prácticamente todo el pueblo tiene sus recibos, ahorros e hipotecas.

- ¿Qué tal, Ramón? -dice con abierta sonrisa- ¿Qué pasó ayer en el partido?

Se aleja con una sonora risotada sin esperar respuesta y quemando las ruedas del nuevo Volvo que se había comprado.

'¿Qué partido?' -piensa Ramón para sus adentros. De repente cae en la cuenta. 'El partido, claro. Perdemos... siempre perdemos. Porque no hay cojones.'

5 comentaris:

  1. duro y a la encía, NO PERMITAMOS NI UN DESAHUCIO MAS!!!!

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  2. ¿Hay segunda parte? creo que esos personajes tan bien definidos que nos han llegado al alma se la merecen

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  3. Ciudadano des de quan escrius textes amb tanta càrrega dramàtica? I el humor?
    Et trobàvem a faltar, enhorabona.

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  4. Gracias a todos. Supongo que el próximo tendrá otro tono.
    O no. Qué sé yo. Dudo que haya segunda parte, eso seguro.
    Nos veremos por aquí y quizá en algún nuevo lugar ;)

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  5. Llevas mucho tiempo sin escribir ciudadano cachoperro, queremos nuestra dosis

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